Sudán del Sur: “los pacientes eran tantos que no teníamos camas suficientes”

Lucy es una enfermera que está en su tercera misión con Médicos Sin Fronteras. Ella escribe sobre su regreso al sitio de protección de civiles en Bentiu, Sudán del Sur. El sitio es hogar de miles de personas que han sido desplazadas debido a los enfrentamientos en el área.

Lucy es una enfermera que está en su tercera misión con Médicos Sin Fronteras. Ella escribe sobre su regreso al sitio de protección de civiles en Bentiu, Sudán del Sur. El sitio es hogar de miles de personas que han sido desplazadas debido a los enfrentamientos en el área. 
 

Mi primera misión en Sudán del Sur

 
Llegué por primera vez a Bentiu en noviembre de 2015, cuando estaba finalizando la temporada de lluvias, y me quedé hasta abril de este año. Cuando comenzó mi misión, la malaria era nuestro principal problema. Estaba trabajando en pediatría y casi diario veía a niños convulsionándose, ya que sufrían de la forma de malaria más severa. Muchos tenían niveles de hemoglobina espantosamente bajos, y nosotros nunca teníamos reservas suficientes en el banco de sangre. Era difícil. 
 
Además de eso, los pacientes eran tantos que no teníamos camas suficientes. Al hacer nuestras rondas diariamente, corría el peligro de pisar a alguno de los niños que estaban durmiendo en colchonetas en el suelo, ya que en ese momento el departamento adicional estaba construyéndose.
 
Hay una tarde en especial que nunca podré olvidar. Yo era la enfermera en guardia durante la noche. Alrededor de las 9 de la noche, me llamaron a la sala de urgencias. Una bebé de 11 meses de edad había sido llevada a la sala. Estaba inconsciente y muy pálida. Hicimos un examen rápido para saber sus niveles de hemoglobina en la sangre, eran los niveles más bajos que había visto en mi vida…¡ella tenía un nivel de 1.8! Para ponerlo en perspectiva, debería ser, mínimo, de 10.
 
Nos apresuramos a llevar a la madre al laboratorio para que donara sangre y pudiéramos saber si era compatible con la de su hija. Cuando la madre estaba en medio de la prueba, la bebé sufrió un paro cardiaco. Pasamos los siguientes cinco minutos haciendo comprensiones en su pecho y ayudándola a respirar. También le administramos adrenalina. Finalmente, regresó el latido de su corazón pero ella seguía sin respirar.
 
Afortunadamente, la sangre de la madre era compatible, así que inmediatamente hicimos una transfusión a la bebé, a pesar de que aún no respiraba. Durante las siguientes horas, nos turnamos para usar un pequeño “ambu” (respirador artificial manual), básicamente, un ventilador que aprietas con tus manos para ayudar a respirar a la persona. Poco antes de medianoche, la madre volvió a donar una unidad de sangre. Tan pronto como realizamos la segunda transfusión sanguínea, la bebé comenzó a respirar por sí misma. Fue increíble.
 
No había pasado ni una hora cuando esta pequeña bebé que había pasado las últimas cuatro horas de su vida a punto de morir, abrió sus ojos. No puedo comenzar a expresar qué tan impactados estábamos, incluso la madre no podía creerlo. ¡Para las 2 am, ya estaba siendo amamantada por su madre!
 
Su historia es muy especial porque muchos otros niños a los que atendí no fueron tan afortunados. En esos primeros meses de misión, tuvimos varios casos en los que nuestros pacientes comenzaban  a respirar y nos esperanzaban. Y después, ellos morían unas horas después.
A la mañana siguiente, la bebé había comenzado el tratamiento contra la malaria y el tratamiento nutricional intensivo. Ella se quedó con nosotros unas cuantas semanas y para cuando se fue, había subido bastante de peso. Se veía como una bebé totalmente diferente.
 
Si todo saliera bien, los niños normalmente saldrían del hospital en unos cuantos días. Incluso cuando pienso en eso es bastante sorprendente. Un niño podría ser llevado hacia nuestro hospital, completamente inconsciente y convulsionándose, pero con una transfusión de sangre y suero, en dos días estarían corriendo y jugando por el lugar. 
 
 

Regresando a Bentiu

 
Unos meses después, era temporada de lluvias otra vez. Regresé a este hospital esperando más de los mismos casos, pero no puedo creer qué tan diferentes son las cosas. 
 
Antes de que comenzara la temporada de lluvia se estaba realizando una fumigación de mosquitos. MSF apoyó la distribución de miles de mosquiteros y estableció “puntos de malaria” en colaboración con otras organizaciones médicas. Esto significa que la gente puede acceder a la atención médica mucho más rápido y, por tanto, estamos detectando los casos de malaria mucho antes de que se vuelvan graves. 
 
Para septiembre de 2015, habíamos atendido 30,312 casos de malaria. Este año, en el mismo periodo de tiempo, atendimos 18,414. Cuando comparas estas cifras, es verdaderamente sorprendente: ¡casi 12,000 pacientes menos, a pesar de que el sitio de protección de civiles nunca había estado tan ocupado!
 
Además, la gravedad de los casos que estamos atendiendo este año es mucho menor, principalmente por que los detectamos de forma temprana. 
 
Está claro que este enfoque proactivo e implacable está previniendo la malaria en el sitio de protección de civiles en Bentiu y salvando miles de vidas. Ahora, cuando camino por el hospital, tenemos camas vacías casi en todos los departamentos, es increíble. ¡Esperemos que el próximo año también tengamos camas vacías!
 

LEER MÁS

 
Compartir

Relacionados

Colabora