EMUSA, un equipo dedicado a responder a emergencias

Epidemias, desplazamientos e inundaciones, estas son algunas de las situaciones a las que ha dado respuesta el EMUSA (el equipo de respuesta rápida a emergencias de MSF en Níger y Mali) en los 15 meses que Adolphe Masudi lo ha capitaneado. A continuación, Adolphe nos explica su experiencia.

Epidemias, desplazamientos e inundaciones, estas son algunas de las situaciones a las que ha dado respuesta el EMUSA (el equipo de respuesta rápida a emergencias de MSF en Níger y Mali) en los 15 meses que Adolphe Masudi lo ha capitaneado. A continuación, Adolphe nos explica su experiencia. 
 

¿Cuál fue la primera emergencia a la que tuviste que hacer frente con el EMUSA?

 
Llegué a Níger en junio de 2015 y la primera intervención de emergencia que coordiné fue una distribución de artículos de primera necesidad para refugiados nigerianos que huían de la violencia asociada a Boko Haram a la región de Diffa, en el sureste del país. De hecho, durante los últimos seis meses de 2015, el equipo se centró principalmente en apoyar las actividades de MSF en esta región; en esos meses hubieron muchos ataques en la zona fronteriza entre Níger y Nigeria, y miles de personas tuvieron que desplazarse.  
 

Durante el 2016, ¿a qué emergencias hizo frente el equipo?

 
En primer lugar, en enero de 2016 respondimos a un brote de meningitis en Tahoua; apoyamos al Ministerio de Salud en el tratamiento de más de 130 casos y la vacunación de alrededor de 70,000 personas en dos zonas de la región. Luego nos trasladamos a Diffa para hacer una campaña preventiva de vacunación contra el cólera también en colaboración con el Ministerio de Salud. Esta campaña era pertinente por el elevado riesgo de aparición de casos, sobre todo cerca del lago Chad, la inseguridad del contexto que podía traducirse en una falta de acceso en cualquier momento y el elevado número de desplazados. Más de 84,000 personas fueron vacunadas en el campo de desplazados de Yebi y las localidades de Bosso y Toumour (en el distrito de Bosso) y en la zona de Bilabrim (en Nguigmi). 
 
Además, mientras estamos con la campaña de cólera, recibimos otra alerta: había una epidemia de sarampión en el campo de Yebi. Conjuntamente con el Ministerio de Salud, empezamos a vacunar pero desafortunadamente la población huyó debido a un ataque de Boko Haram a principios de junio y se instaló en dos campos cerca de la carretera principal que cruza la región: en Kitchandi y Wari Gazan. Entonces reorganizamos nuestra respuesta hacia estos nuevos emplazamientos y finalmente pudimos vacunar a 24,000 niños entre seis meses y 15 años de edad. Al mismo tiempo, EMUSA se organizó para asistir a necesidades más inmediatas de estos desplazados. Por ejemplo, distribuyendo el agua e instalando también clínicas móviles. 
 
Y por último, asistimos a los damnificados por las graves inundaciones que afectaron a unas 10,000 personas en Abalak, Tahoua. Distribuimos 500 kits con artículos de primera necesidad e hicimos clínicas móviles en los cinco barrios más afectados, en las escuelas donde las personas se habían instalado. También proporcionamos asistencia psicológica, hicimos sesiones de sensibilización sobre medidas de higiene y vigilancia epidemiológica.
 
 

¿Cómo funciona el EMUSA?

 
El equipo cuenta con diferentes profesionales (sanitarios, expertos en logística, en promoción de la salud, etc.) basados en Níger y Mali. En total, somos 19 personas en el equipo. 
 
Nuestro trabajo consiste en hacer seguimiento epidemiológico y humanitario en los dos países para ser capaces de detectar alertas. Cuando recibimos una alerta, debemos investigar (llamar a nuestros contactos, conseguir datos, visitar la zona, etc.) y en función de esto vemos si es pertinente o no intervenir. Durante mi etapa al frente del EMUSA no respondimos a ninguna emergencia en Mali pero hicimos seguimiento de la situación allí y movilizamos al personal del equipo basado en Mali para responder a las emergencias en Níger. 
 
Mi asistente y yo también trabajamos durante dos meses en Jakusko, en el estado de Yobe, en el norte de Nigeria, donde había una emergencia de desnutrición y malaria. La mayoría de los niños con desnutrición aguda severa eran tratados ambulatoriamente pero lo que tenían complicaciones médicas grave eran ingresados en el centro de nutricional intensivo del hospital de Jakusko. Además, vacunamos a más de 140,000 niños de entre 6 meses a 15 años contra el sarampión. 
 

¿Cuál ha sido la parte más complicada de esta misión? 

 
Lo más difícil es la movilidad, una semana estás en un sitio y a la siguiente en otro diferente. Cuando todavía no has acabado una intervención, ya has recibido otra alerta. En ocasiones, por ejemplo, tuvimos que partir del equipo en dos y seguir varias emergencias al mismo tiempo, lo que complica el seguimiento y acompañamiento de sus miembros. 
 
Sin embargo, la experiencia ha sido positiva. La respuesta a emergencias es la esencia de MSF y tenemos que seguir apostando por estas intervenciones. Equipos como el EMUSA nos permiten ser más eficaces al responder a las emergencias en un país o un área geográfica y esta es nuestra primera responsabilidad como MSF. 
 

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